“No es tiempo de temer, es tiempo de actuar con valor y decisión”.
Leona Vicario fue una mujer excepcional, líder insurgente que luchó por la independencia de México y se destacó como periodista en una época en la que las mujeres no eran bienvenidas en este campo. Con su pluma y su valentía, se convirtió en una figura importante y un ejemplo de coraje y determinación femenina. Conocida como Madre de la Patria Mexicana.
María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador
Nace en la CDMX el 10 de abril de 1789 en “cuna de oro”, dentro de la aristocracia virreinal. Sus padres se encargaron de darle un gran obsequio: Educación. En ese tiempo no era usual que las mujeres tuvieran acceso a procesos de aprendizaje que no fueran participar en el coro de la iglesia o los rezos; eran instruidas en labores del hogar como cocina, costura, trabajos manuales y confección de flores; sólo a las novicias se les enseñaba a leer y escribir y pizcas de oraciones en latín. Leona era una alumna sobresaliente, no había límite para ella, a su padre no le bastó que su hija supiera bordar y coser, la ciencia, las letras, la filosofía y el francés también fueron parte de la fase formativa de su única heredera, naciendo una voraz lectora.

Huérfana a los 18 años
Tras la muerte de sus padres, Leona queda bajo la tutela de su padrino y tío, quien le permite continuar con sus estudios, lo cual la convierte en una mujer con un amplio discernimiento crítico del mundo. Don Agustín Pomposo Fernández, doctor en leyes y respetable abogado, sentía aprecio y una profunda inclinación por la monarquía y sus representantes, contrario a los ideales autonomistas de su sobrina, motivo por el cual ella decide vivir sola en una residencia, del ahora Centro Histórico en la Ciudad de México, pero no estaría del todo sola, ya que Don Pomposo, tras otorgar su consentimiento, adquiere una propiedad junto a la de su sobrina para seguir velando por sus intereses.
Me llamo Leona y quiero vivir libre como una fiera
Le hacía honor a su nombre, rebelde por naturaleza. Se lanzó a la vida pública empuñando las armas que dan los libros, sobre todo aquellos que estaban prohibidos por la Iglesia, los que pronunciaban las palabras, libertad, independencia y derechos, todos los había leído. Ni su tío pudo persuadirla de acudir a encuentros culturales, tertulias, llevar una muy activa vida social, pero no buscaba a las chicas de su época, las que se aprendían de memoria el catecismo o las que vestían a la moda, se encontraba maravillada con personas como ella, con ideales escandalosos de soberanía y amor a la patria, personajes como Josefa Ortiz de Domínguez.
El amor toca a su puerta
Su tío, además de ser rector de la Real y Pontificia Universidad de México, contaba con un bufete de abogados, en donde Leona conocería y se enamoraría del recién llegado pasante en leyes, oriundo de Yucatán, Andrés Quintana Roo. La admiración era mutua, así como los ideales que compartían, la inteligencia, el carisma y la pasión por las ideas ilustradas del cura Miguel Hidalgo, así que se unieron a la lucha de Morelos. Se concebían dos héroes.
Nace la periodista
Leona fue una de las primeras mujeres periodistas en México, y de las pocas que escribía sobre política y asuntos públicos en una época en la que las mujeres eran marginadas de estos temas. Escribía bajo el seudónimo de “La mujer del pueblo”. Colaboraba en los periódicos el Semanario Patriótico Americano y El Ilustrador Americano (ambos de 1812 a 1813), fue en éste último donde los insurgentes se percatan de su trabajo y se interesan en su apoyo, convirtiéndose en líder de la red de mensajería entre los insurrectos y sus familias. Así mismo, informaba sobre los movimientos políticos y militares de la capital en sus artículos, pero no paraba ahí, visitaba los frentes de batalla y redactaba lo que ahí ocurría. Fundó el periódico “La voz de la Independencia”, el cual se convirtió en una plataforma importante para la difusión de las ideas independentistas, la promoción de la causa insurgente y por este medio recaudó fondos y suministros para soldados rebeldes.
La mejor espía
El trabajo realizado por las mujeres en esta tan fundamental etapa de nuestro país fue vital. Coexistían adultas y jóvenes como espías, estrategas, conspiradoras, mensajeras, las que repartían suministros, enfermeras, soldaderas, etc., etc., Leona ejecutó la mayoría de esas actividades. Se introdujo de forma gradual en la actividad política del país y se une al grupo secreto Los Guadalupes, quienes eran una red de espías insurgentes, nuestra heroína no sólo apoyaba la causa con información que obtenía en los altos círculos sociales a los que frecuentaba, como informar sobre maniobras del gobierno; también favorecía a los insurgentes en batalla con alimentos, ropa, medicinas y dinero. Era tal su convicción, que convenció a unos armeros vizcaínos, que servían a la maestranza del virreinato, que apoyaran la causa sublevada, fabricando fusiles perfectos para la lucha.
Encarcelamiento y boda
En 1813 capturan a un mensajero que transportaba mercancía para Leona Vicario, había sido descubierta, y la Real Junta de Seguridad y Buen Orden armó un proceso en contra de ella, despojándola de sus bienes por su participación con los insurrectos. Huyó durante un tiempo, pero finalmente fue arrestada y acusada de conspiración contra la Corona española. Su tío actuó rápidamente para que su destino no fuera la cárcel, sino en el Colegio de San Miguel de Belén, donde estuvo cautiva durante 42 días. Algunas monjas y el grupo de Los Guadalupes, la ayudan a salir y la llevan con los insurgentes, donde se encontraba Morelos y con él, Andrés Quintana Roo. El 6 noviembre de ese año, la historia de amor que había transcurrido a la par de la lucha de independencia cerraba filas con el enlace matrimonial, era la consumación de las andanzas de dos personas que hicieron a un lado sus vidas por la patria.
Genoveva nace en una cueva
Tras el fusilamiento de José María Morelos y Pavón, Leona y Andrés tuvieron que ocultarse, pero Don Agustín Pomposo nunca abandonó a su sobrina, a pesar de sus diferencias intervino por ella, pero la pareja rechazó todos los indultos ofrecidos, se negaban a abandonar sus ideales y objetivos. En 1817, alguien los traicionó, Leona daba a luz a en una cueva a su primera hija, Genoveva, cuando la encontraron y la apresaron. Al enterarse Andrés, inmediatamente escribió al Virrey y ofreció entregarse y aceptar uno de los indultos ofrecidos a cambio de no encarcelar a su amada esposa y a su hija.
¿Una vida normal?
Hasta 1820 estuvieron confinados en la ciudad de Toluca. Ese año pudieron regresar a la Ciudad de México. Leona Vicario logró recuperar gran parte de su herencia, la cual destinó para seguir ayudando a gente con causas y a los pobres. Continuó escribiendo y opinando sobre la vida política. En 1835 fallece, abrazada de su esposo y sus hijas, y sus cenizas reposan en la Columna de la Independencia, en la Ciudad de México.
Fernanda Denisse González Bejarano @fher.denisse.21





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