Aquellos niños que éramos siempre tenían el gran don de sentirse como en las nubes, como en un sueño de colores brillantes que no pretendíamos comprender, pero con el cual interactuábamos de maneras tan absurdas e inmediatas. Estos colores se hicieron mas claros con el tiempo, menos brillantes, mas comunes, y finalmente salimos de ese gran sueño en el que vivimos por tanto tiempo para finalmente entrar en un mundo más opaco y “realista”.

Las experiencias que este nos dio en esos primeros y preciosos años son lo que formó nuestra visión de las cosas con las que luego nos encontraríamos en el camino, y el salir de aquella visión puede ser sorprendentemente estrepitoso y caótico en algunos casos, tal vez porque no habíamos experimentado muchas cosas antes, o simplemente no las habíamos notado; la realidad a veces nos golpea de frente en los momentos que menos nos esperamos. Pero realmente no hay razón por la que no se puede estar preparado para estas situaciones: de una manera u otra, aprendemos mas que en ningún otro momento de nuestras vidas durante la niñez.
Durante los últimos días, fui participe de la “Semana de la Acción Social” en la Universidad Anáhuac Veracruz, en Xalapa. El evento dura, claramente, toda la semana, y se le da apoyo a una comunidad cercana que lo necesite, en este caso la colonia 3 de Marzo en el municipio de Coatepec. Es una comunidad pequeña, relativamente nueva, formada por una serie de rancherías que rodean la zona; pero una peculiaridad de esta es que dentro hay un jardín de niños, una primaria, y una secundaria. Aquí es donde los esfuerzos se concentran.
El enfoqué más grande es la ayuda a los niños, y se nota a leguas. La mayoría de las presentaciones están dirigidas a ellos, el material y las actividades también. Obviamente aún hay un apoyo notable hacia el resto de la población, pero es indudable que las criaturas son el principal foco de atención. Esto no le molesta a nadie, y en realidad varios de los habitantes adultos participan en las actividades. Puede que la razón sea obvia, ¿Quiénes son los padres de los niños?
Pero yo pienso que también hay otra razón, y es porque la mayoría entiende el valor de que sus hijos participen y se les enseñe. Casi todo lo que llega al pueblo de parte de la universidad, al menos de parte de las carreras mismas, viene con el propósito de enseñar. El tema puede ser la salud, la convivencia, la robótica, etcétera, pero siempre estará ahí para que alguien aprenda algo.

A través de estas actividades, el niño (pequeño y no tan pequeño) puede entender mas de su mundo de una manera que no sea aburrida y que además sea útil para lo que está delante de ellos: el resto de su vida. Incluso cuando lo que se esté enseñando sea menos obvio, como puede ser la convivencia con sus compañeros, el niño se abre a la posibilidad de divertirse mientras curiosea por lo que esté pasando alrededor suyo, y crece. Su experiencia se nota, y se da cuenta de cosas que tal vez nunca haya podido ver de otra manera, incluso cuando esto sea algo tan simple como limpiar sus dientes correctamente, o conocer a los animales que existen más allá de sus hogares.
La mente del niño es un cofre abierto que terminará por llenar de recuerdos y herramientas que podrá usar para navegar su propia vida. Llegará un momento en que este se cierre, pero hasta entonces, lo más que podemos hacer es ayudar a que este se llene lo más posible de experiencias positivas y enriquecedoras. En el futuro, este niño podrá recurrir a todas las cosas que ha guardado, y se hará de si mismo de manera que el sueño en el que vivió por tanto tiempo se vuelva su realidad, para que los demás puedan ver todos aquellos colores, brillantes y maravillosos, que este mismo vio y nunca dejo de ver.
Por: Kevin Orozco Moranchel / @k.oro.m





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