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En su mensaje para la 58ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, titulado «Inteligencia artificial y sabiduría del corazón: para una comunicación plenamente humana», el Papa Francisco aborda la creciente influencia de la inteligencia artificial (IA) en la comunicación y la información, y nos invita a reflexionar sobre cómo mantener nuestra humanidad en medio de estos avances tecnológicos.

La rápida evolución de la IA está transformando radicalmente la forma en que nos comunicamos y compartimos información. Esta transformación nos enfrenta a preguntas fundamentales: ¿qué significa ser humano en la era de la IA? ¿Cómo podemos orientar este cambio cultural hacia el bien común? El Papa Francisco nos insta a no caer en visiones catastrofistas, sino a abordar estos desafíos desde una perspectiva humana y espiritual.

Romano Guardini, citado por el Papa, advertía hace un siglo sobre la necesidad de no aferrarse rígidamente al pasado ante lo nuevo, sino de buscar nuestro lugar en el futuro con una profunda espiritualidad y una renovada vida interior. Esta reflexión es especialmente pertinente hoy, cuando corremos el riesgo de ser ricos en tecnología pero pobres en humanidad. Es esencial recuperar la «sabiduría del corazón», esa virtud que nos permite entrelazar decisiones y consecuencias, capacidades y fragilidades, pasado y futuro, yo y nosotros.

La sabiduría del corazón es un don del Espíritu Santo que nos permite ver las cosas con los ojos de Dios, comprender los vínculos, las situaciones y los acontecimientos, y descubrir su sentido. Sin esta sabiduría, la existencia se vuelve insípida, ya que es precisamente ella la que da gusto a la vida.

Es importante reconocer que no podemos esperar esta sabiduría de las máquinas. Aunque la IA posee una capacidad inconmensurable para almacenar y correlacionar datos, corresponde al ser humano descifrar su significado. No se trata de exigir que las máquinas parezcan humanas, sino de despertar al hombre de la hipnosis en la que ha caído debido a su delirio de omnipotencia, creyéndose un sujeto totalmente autónomo y autorreferencial.

El Papa Francisco nos invita a reflexionar sobre cómo proteger la profesionalidad y la dignidad de los trabajadores de la comunicación y la información, así como la de los usuarios de todo el mundo. Plantea preguntas sobre la responsabilidad de las empresas que desarrollan plataformas digitales, la transparencia de los algoritmos y la necesidad de garantizar un entorno que preserve el pluralismo y represente la complejidad de la realidad.

Estas reflexiones son especialmente relevantes para la comunidad universitaria, donde la formación de futuros profesionales de la comunicación y la tecnología debe ir acompañada de una profunda reflexión ética. Es fundamental que los estudiantes desarrollen una conciencia crítica sobre el uso de la IA y su impacto en la sociedad, y que se formen en una ética de la comunicación que promueva la dignidad humana y el bien común.

La universidad debe ser un espacio donde se fomente el diálogo interdisciplinario, integrando conocimientos técnicos con humanísticos, para formar profesionales capaces de utilizar la tecnología de manera responsable y ética. Es necesario promover una educación que no solo se centre en las competencias técnicas, sino que también cultive la sabiduría del corazón, para que los futuros profesionales puedan contribuir a una comunicación plenamente humana.

En este sentido, es pertinente recordar las palabras del Papa Francisco en su encíclica «Laudato Si’», donde nos llama a una «ecología integral» que reconozca la interconexión entre la tecnología, la naturaleza y la sociedad. Nos invita a una conversión ecológica que implique una profunda reflexión sobre nuestro estilo de vida y nuestras formas de producción y consumo.

La inteligencia artificial, como cualquier herramienta, puede ser utilizada para el bien o para el mal. Puede contribuir a una comunicación más eficiente y accesible, pero también puede ser utilizada para manipular la información, erosionar la privacidad y profundizar las desigualdades. Es responsabilidad de todos nosotros, especialmente de la comunidad universitaria, asegurarnos de que la IA se desarrolle y utilice de manera que promueva la justicia, la equidad y el respeto por la dignidad humana.

Finalmente, como recomendación, propongo promover espacios de discusión y debate donde estudiantes y profesores puedan reflexionar juntos sobre los desafíos éticos que plantea la tecnología y buscar soluciones que promuevan una sociedad más justa y humana. Solo a través de una educación integral que forme tanto en competencias técnicas como en valores humanos, podremos asegurar que la inteligencia artificial y otras tecnologías emergentes se utilicen de manera que beneficien a toda la humanidad y promuevan una comunicación verdaderamente humana.

Es nuestra responsabilidad, como miembros de la comunidad universitaria, asumir este desafío y trabajar juntos para construir un futuro donde la tecnología y la humanidad coexistan en armonía, y donde la sabiduría del corazón guíe el desarrollo y uso de la inteligencia artificial.

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